Personas Sordas y Comunicación No Verbal

Siempre me he preguntado, cómo distinguir en las personas sordas, lo que es la expresión de su lengua, -la comunicación a través de la lengua de signos-, y dónde empieza la comunicación no verbal.

Para entenderlo un poco mejor, veamos los conceptos que entran en juego.

Comunicación: Es el proceso por el cual, un emisor y un receptor, se transmiten de forma alternativa mensajes, a través de un código común y entendible para los dos, predominantemente, por medio de la lengua oral.

En el caso de las personas sordas, al no poder comunicarse a través de la lengua oral, es decir, de forma vocal-auditiva (oyendo y hablando), lo hacen de forma gesto-viso-espacial (viendo, realizando gestos y moviéndose en un determinado espacio).

Como consecuencia de esto, de no poder entenderse con los demás, a lo largo de la historia han utilizado una forma natural de comunicarse a través de signos, aunque realmente, algunos estudiosos en la materia, consideran que cualquier forma de comunicación por gestos es anterior a la oral, puesto que la fonación en el hombre empezó hace 60.000 ó 50.000 años (anteriormente a esta fecha, emitíamos algunos sonidos o gruñidos, pero la mayor parte de la comunicación era gestual).

Sea como fuere, el caso es que a la comunicación a través de Lenguas de Signos (hay muchas, como mínimo una por país; en algunos, dos o más), se la ha considerado una forma infra-lingüística de comunicarse; es decir, no se la ha considerado como una verdadera lengua; creemos que lo que hacen las personas sordas es mimo o que ponen a cada letra un signo hecho con las manos y así se entienden. De hecho, aquí en España,  hasta el año 2007, no se le reconoció el carácter de Lengua, en la Ley 27/2007, de 23 de Octubre, “por el que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas”.

Quizás, el primer error, viene dado en su propia definición: “signos”. Ya de por sí, para las personas oyentes, lleva implícito un rasgo no verbal; recordemos que, cuando definimos La Comunicación No Verbal, pensamos en gestos, expresiones faciales, movimientos del cuerpo, miradas, sonrisas, en “signos”, que exteriorizamos más allá de nuestro lenguaje oral, justo lo que realizan las personas sordas; de ahí, que equivocadamente, pensemos que lo que realizan son gestos de comunicación no verbal.

La lengua de signos es, por tanto, una modalidad del lenguaje verbal, sólo que no vocal u oral, y tiene además una estructura propia. Igual que en la lengua oral existen fonemas, en la lengua de signos existen parámetros (son 7 unidades mínimas en las que se divide cada signo: Configuración, orientación de la mano, movimiento, componente no manual (movimiento del cuerpo, su inclinación, etc.). También tiene unas normas en cuanto a la estructura sintáctica; por ejemplo: primero va el sujeto pero los verbos al final de la frase, justo antes de los adverbios, si los hubiera.

Entonces, si estos parámetros, estas formas de hacer un signo, de “decir” una palabra en lengua de signos, es igual para todos, es decir,  todos tenemos que hacer el signo de una forma determinada, aprendida e igual para todos, (podríamos decir, lexicalizada), ¿Dónde está la Comunicación No Verbal?.

 Probablemente nos costará más detectar los rasgos de comunicación no verbal en una persona sorda que en un oyente, porque nos costará más hacer la separación que mencionaba en el párrafo anterior, (qué forma parte de su lengua y qué surge de forma espontánea en el individuo), pero aún así, sin conocer esta lengua, si dos personas con problemas de audición están comunicándose en lengua de signos, observaremos ciertos rasgos de la comunicación no verbal que son comunes tanto para sordos como oyentes.

► La postura que ambas personas tienen. Si las dos están muy interesadas en su interlocutor y en lo que le está comunicando, estarán frente a frente y cerca la una de la otra.

► Las expresiones del rostro, mirada y labios, también tendremos que tenerlas en cuenta; pero sobre todo, cuando no se está realizando el signo, es decir, cuando el interlocutor  está pensando u observando …

► Otro aspecto muy  interesante es el tamaño del signo cuando se está realizando; si  hacemos un signo –sobre todo se ve mejor en los signos circulares-,  pequeño y con movimientos lentos, denotará que somos más tímidos que una persona que los hace grandes (ocupando más espacio) y con movimientos más rápidos.

► Si haces el signo cerca de la cara, también indicará que eres más inseguro que si lo haces más alejado del cuerpo.

Para terminar, comentar que todas las personas, utilicemos la lengua que utilicemos, realizamos gestos y expresiones que surgen en nosotros de forma natural y espontánea, sin poder disimularlos y son los que realmente nos definen y hablan por nosotros.

Somplatzki escribía: «No es que tengamos un cuerpo; somos cuerpos.»

Fuentes consultadas:

SAMPEDRO TERRÓN, Miguel Ángel. “En defensa de la Lengua de Signos como un lenguaje humano natural”. Es alumno sordo de la Facultad de Filología Hispánica de la Universidad de Granada.

HERRERO BLANCO, Ángel. “Gramática Didáctica de la Lengua de Signos”. Es profesor de Filología Española y Lingüística de la Universidad de Alicante.

RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Mª.  Ángeles. “Lengua de Signos”.

C.N.S.E. (Confederación Estatal de Personas Sordas).

FESORCAM (Federación de Personas Sordas de la Comunidad de Madrid).

Elisa Vaquero Sánchez